¿Por qué Bajo el tejo?
El tejo, árbol sagrado de los cántabros, es un árbol político, místico y de pueblo, está cargado de simbolismo.
Evoca la participación porque ha sido lugar de encuentro a lo largo de los siglos, albergaba los concejos abiertos en los que el pueblo tomaba decisiones.
Aunque es un árbol muy venenoso, sirvió a los antiguos cántabros para el suicidio, también es curativo, contiene un agente anticanceroso. Es un símbolo de vida y de muerte. Todo en él es venenoso excepto sus arilos (las sustancias que envuelven a sus semillas) para que los animales puedan comérselos y extiendan sus semillas de nueva vida.
Si hay un ser vivo resiliente, ese es el tejo, un árbol que se ha adaptado a todas las condiciones de vida en este planeta desde el Jurásico. Es fuerte y flexible a la vez. Es de crecimiento lento y extremadamente longevo, pudiendo llegar fácilmente a vivir más de mil años. Probablemente, la veneración que profesaban los celtas por él venga de que parece mágico, inmortal. Incluso tiene el poder de dirigir una de sus ramas hacia el suelo y generar una nueva raíz, alimentándose de su propia descomposición, para regenerarse.
Este simbolismo del tejo nos inspira para encontrarnos en un espacio que busca fomentar nuestra capacidad crítica y la construcción de propuestas ante el gran reto que tenemos por delante: cambiar nuestro modelo de vida (el modo en el que nos relacionamos, nos cuidamos y producimos bienes y servicios) generador de pobreza, exclusión y destrucción ambiental, que en última instancia nos enfrenta al colapso de la civilización industrial.